sábado, 5 de marzo de 2011

Apología de las Dictaduras

Hecha la Ley, Hecha la Trampa. Parece ser que para todo modelo que la humanidad ha creado para lograr una convivencia armoniosa, ha llegado a trastocarse de una u otra manera para lograr (con bastante éxito a efectos prácticos) absolutamente lo contrario.

Nuestra capacidad para transgredir el derecho y pasar al llano abuso es históricamente demostrable y empíricamente positiva, independientemente del modelo social que se estudie.

Ideas, inicialmente buenas como -por ejemplo- las dictaduras, actualmente abominadas ante los ojos de la mayoría, tenían la manifiesta intención de impedir que la corrupción de un grupo, terminase por exterminar un modo de vida, en un momento crítico de la existencia de una determinada sociedad.

Mi ejemplo preferido lo constituye Cincinato, a quien le fueron conferidos facultades dictatoriales en un momento particularmente angustioso para Roma. Luego de que la situación contra los eucos y los volscos fuera solucionada favorablemente para Roma, Cincinato devuelve el poder al Senado y se retira nuevamente a las actividades agrícolas a las que se había retirado voluntariamente por (lean bien) desavenencias con el mismo Senado que lo convirtió en dictador, debido a que ellos habían exiliado a su hijo. Llega incluso a ejercer una segunda dictadura a edad muy avanzada. Llegué, vi, vencí y me fui.

Otro ejemplo claro, Napoleón Bonaparte, quien al parecer nadie criticó mientras salvaba a la República y al Directorio de la bancarrota posteriores a la Revolución Francesa y tampoco mientas duró el Imperio (al igual de Hitler, que fue aclamado e idolatrado mientras arrasó con Europa). Y para aquellos que gustan de generalizar, les recuerdo que el Derecho Civil que usamos en prácticamente la mayor parte del mundo occidental, es creado durante la dictadura de Napoleón. No todas las dictaduras violan los derechos civiles. Algunas los crean.

La historia de las dictaduras en América Latina es interesante: Pinochet en Chile, Fidel en Cuba, los Somoza en Nicaragua, Lázaro Cárdenas en México, Carías en Honduras. Extraordinariamente criticados y también añorados por propios y extraños, son ejemplos claros que el progreso muchas veces debe ser abonado con sacrificios. Esta es una verdad que no le gusta a la mayoría. Y sin embargo, los logros alcanzados por estas dictaduras son innegables, en materia de desarrollo económico, seguridad pública, salud y educación.

En estos momentos, un nuevo modelo de dictador se yergue en América Latina. Alentados por Chávez, se valen de las debilidades del sistema democrático, para, desde adentro, destruir y/o corromper al sistema y hacerse del poder absoluto. Es como un virus informático. Sí por los frutos se reconocen los árboles, yo no estoy tan seguro de que se trate de alcanzar el mismo fin. A estas alturas tras 12 años de Chavismo, el sentido común me indica que Venezuela debería estar en otra estación.

La conclusión, para mí, es la misma del principio. No es la dictadura la mala, es el dictador el que puede resultar inconveniente. Desgraciadamente, debido a la escacez de educación y conciencia social y au propia naturaleza, quizá la democracia sea más vulnerable a la corrupción propia de los humanos.

¿Cuánto tiempo más se podrá sostener este modelo, minado por la corrupción?¿Hacia dónde nos dirigimos?

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